jueves, 13 de marzo de 2014

Arturo
de Marco Spaggiari


Arturo se paró frente a un semáforo.
Llevaba puesto un sobretodo marrón, que había heredado de su padre, y unos enormes zapatos negros.
Siempre odió esos zapatos.
Peinó su bigotito unas cuantas veces y al cabo de estar satisfecho paró un taxi.
-Hasta Retiro..- dijo con su voz apresurada.
Todo andaba bien.
Arturo siempre fue un tipo tranquilo, amable y muy educado.
Portaba una enorme cabeza sobre sus hombros, en todos los sentidos de la expresión.
Bueno para los negocios y para el amor, aunque con sus ya 55 años, no creía mucho en él.
Luego de media hora de recorrido, el taxista le indicó, por donde tenia que entrar, para tomarse los micros.
Alberto, agradeció, como siempre lo hizo y se bajo del auto en un solo movimiento.
Extendió su mano, que luego la apoyo sobre su frente sudorosa y contempló la inmensidad de la estación.
Agarró de su bolsillo, luego de una respiración profunda y ruidosa, el pasaje que lo transportaría a su ciudad natal.
Y Alberto se echó a llorar. Enfrente de todos, enfrente de todas.

Después no supe nada más.
Pero me imagino que andará bien.

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