Arturo
de Marco Spaggiari
Arturo se paró frente a un
semáforo.
Llevaba puesto un sobretodo
marrón, que había heredado de su padre, y unos enormes zapatos negros.
Siempre odió esos zapatos.
Peinó su bigotito unas
cuantas veces y al cabo de estar satisfecho paró un taxi.
-Hasta Retiro..- dijo con su
voz apresurada.
Todo andaba bien.
Arturo siempre fue un tipo
tranquilo, amable y muy educado.
Portaba una enorme cabeza
sobre sus hombros, en todos los sentidos de la expresión.
Bueno para los negocios y
para el amor, aunque con sus ya 55 años, no creía mucho en él.
Luego de media hora de
recorrido, el taxista le indicó, por donde tenia que entrar, para tomarse los
micros.
Alberto, agradeció, como
siempre lo hizo y se bajo del auto en un solo movimiento.
Extendió su mano, que luego
la apoyo sobre su frente sudorosa y contempló la inmensidad de la estación.
Agarró de su bolsillo, luego
de una respiración profunda y ruidosa, el pasaje que lo transportaría a su
ciudad natal.
Y Alberto se echó a llorar.
Enfrente de todos, enfrente de todas.
Después no supe nada más.
Pero me imagino que andará
bien.
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